A diferencia de los perros de asistencia, los perros de terapia no están especialmente adiestrados para un solo paciente. Más bien, junto con su dueño, forman un equipo que ayuda a varias personas a curarse y fomenta su bienestar emocional como parte de un tratamiento médico asistido por animales. A continuación puede averiguar qué perros son los más adecuados para ello y qué tareas deben realizar.
Los perros de terapia se utilizan, por ejemplo, para acompañar en psicoterapia a personas con depresión leve o moderada o trastornos de ansiedad. También pueden ayudar a niños con trastornos de aprendizaje, por ejemplo como apoyo a la terapia ocupacional. A diferencia de los perros de asistencia, los perros de terapia no tienen derechos especiales, por ejemplo al viajar en avión. Esto se debe a que los animales no pertenecen a los propios pacientes, sino al terapeuta.
¿Qué hacen los perros de terapia?
Los perros de terapia forman equipo con terapeutas o educadores profesionales y ayudan a enfermos mentales o neurológicos, así como a niños y adultos con discapacidades mentales y trastornos del aprendizaje. Este método se denomina terapia asistida con animales, en la que el perro complementa e influye positivamente en el tratamiento, pero no puede sustituirlo. El encuentro, la comunicación y el contacto con los perros pueden, por ejemplo, bajar la tensión arterial y reducir el estrés. Los amigos de cuatro patas no juzgan, no ponen expectativas en las personas, no hacen reproches y aceptan a cada uno tal como es.
Los perros captan los estados de ánimo y perciben los sentimientos sin criticarlos ni dar consejos bienintencionados. De este modo, transmiten compasión, calidez, seguridad y protección. Además, cuando acariciamos a los perros se libera oxitocina, la hormona del abrazo. Entran en contacto con las personas de forma desprejuiciada, juegan con ellas y les prestan una atención cariñosa. Esto puede favorecer considerablemente el éxito de la terapia.
Sin embargo, los terapeutas siempre deben asegurarse de que su compañero animal se sienta cómodo. Por ello, existen ciertas normas, por ejemplo para el tiempo de trabajo de los animales. Por ejemplo, normalmente sólo se permite que los perros de terapia acompañen una sesión de terapia individual de 45 minutos, y sólo tres días a la semana. Se pueden hacer excepciones en determinadas circunstancias. Estos amigos de cuatro patas no viven permanentemente en un centro concreto, sino con su compañero humano en casa.
Requisitos para los perros de terapia
Los perros de terapia no deben ser miedosos ni inseguros, ni es deseable un comportamiento territorial fuerte. Son adecuados los animales de carácter tranquilo, pacientes, pacíficos y estables en sí mismos. También son importantes su carácter amistoso y confiado y sus habilidades sociales. Una personalidad sensible y empática es una ventaja, pero al mismo tiempo deben ser resistentes al estrés y al malestar que les rodea. Los animales enfermos o que sufren dolor no son adecuados, ya que pueden reaccionar de forma agresiva o impredecible cuando los pacientes los acarician.
El adiestramiento para su uso como perro de terapia debe comenzar cuando son cachorros, pero en su primer día de trabajo es mejor que sean un poco mayores, al menos de un año. Deben llevarse bien y gustarles tanto otros animales como los extraños. Un perro de terapia no puede permitirse saltar, tirar de la correa o tener otros malos modales. Debe escuchar bien a su dueño y no inquietarse ante olores, ruidos y otras impresiones extrañas.
Además, debe cumplir ciertos requisitos higiénicos. Los perros de terapia deben ser revisados antes de cada uso para garantizar que están limpios y deben ser llevados periódicamente a una revisión por un veterinario. Esto incluye el estado general de salud, posibles infestaciones parasitarias y exámenes fecales. Además, las vacunas deben estar siempre al día.
¿Hay razas más adecuadas que otras?
Básicamente, todas las razas de perros y las razas mixtas pueden adiestrarse y utilizarse como perros de terapia. Lo más importante es que la química entre el perro y el dueño sea la adecuada y que exista un fuerte vínculo entre ambos. Sin embargo, hay algunas razas más adecuadas que otras. Normalmente, se trata de perros criados para trabajar estrechamente con personas.
Los perros de compañía y compañía como el Maltés, el Pug o el Caniche, por ejemplo, suelen ser amistosos, pacíficos y orientados al ser humano. Los perros de pastoreo, de trabajo y de trabajo como el Pastor Alemán, el Boyero de Berna o el Pastor Australiano también disfrutan trabajando con personas y son obedientes y leales si están bien adiestrados.
Los San Bernardos, Leonbergers y Terranovas también son casi estoicamente tranquilos. Algunas razas de perros de caza, como el simpático Beagle, el Labrador o el Golden Retriever, con su marcada \will to please\ (voluntad de agradar), también son buenos perros de terapia si se les socializa adecuadamente.
La elección de un perro grande, mediano o pequeño para la terapia asistida con animales depende de su ámbito de uso. Los perros más grandes son más adecuados para trabajar con niños y adolescentes, mientras que los amigos de cuatro patas más pequeños son más adecuados para las personas mayores, ya que pueden sentarse en su regazo o acurrucarse en la cama.
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